El cinismo como forma de gobierno

Descripción de la publicación.

COACHING POLÍTICO

Lionel H. Moraña

3/20/20246 min read

Introducción:

El cinismo, en sus diversas manifestaciones, ha sido objeto de estudio tanto en el ámbito de la psiquiatría como en el de la filosofía. En este artículo, exploraré el fenómeno del cinismo desde la perspectiva de algunos autores de la psiquiatría. Posteriormente, nos sumergiremos en la filosofía cínica, una corriente que ha abrazado el cinismo como una herramienta para cuestionar la sociedad y sus valores. Finalmente, nos adentraremos en la conexión entre el cinismo y el ejercicio del poder gubernamental, examinando cómo las personas cínicas pueden encontrar un terreno fértil en la política y cuáles son las implicaciones de ello.

El Cinismo desde la Psiquiatría:

Desde el punto de vista psiquiátrico, el cinismo puede entenderse como una actitud o disposición mental que implica desconfianza sistemática, escepticismo extremo y una tendencia a cuestionar las motivaciones de los demás. Este comportamiento puede surgir como mecanismo de defensa ante experiencias previas de desilusión o traición, donde el individuo desarrolla una actitud crítica como forma de protegerse emocionalmente. En algunos casos, el cinismo puede estar asociado con trastornos de personalidad, como el trastorno antisocial o el trastorno narcisista, donde la falta de empatía y la manipulación son características comunes.

Desde el punto de vista clínico, el cinismo puede manifestarse en el rechazo de normas sociales, la desconfianza en las instituciones y la tendencia a interpretar las acciones de los demás como motivadas por intereses egoístas. Estas actitudes pueden interferir en las relaciones interpersonales y generar conflictos tanto en el ámbito personal como profesional.

El Cinismo desde la Filosofía: Los Cínicos:

La filosofía cínica, por otro lado, aborda el cinismo de manera diferente. Surgida en la antigua Grecia, esta corriente filosófica, representada por figuras como Antístenes y Diógenes de Sínope, abrazaba la honestidad brutal, la autenticidad y el desapego de las normas sociales convencionales. Los cínicos buscaban vivir en armonía con la naturaleza y creían que la virtud era el único bien verdadero, desafiando las convenciones sociales y las jerarquías establecidas.

En la Antigüedad se conocía al cínico (mejor, al quínico) como un extravagante solitario y como un moralista provocador y testarudo. Diógenes en el tonel pasa por ser el patriarca tipo. En el libro ilustrado de los caracteres sociales figura desde entonces como un espíritu burlón que produce distanciamiento, como un mordaz y malicioso individualista que pretende no necesitar de nadie ni ser querido por nadie, ya que, ante su mirada grosera y desenmascaradora, nadie sale indemne.

Desde esta perspectiva, el cinismo no es solo una actitud defensiva, sino una filosofía de vida que busca la verdad y la libertad a través de la renuncia a las comodidades materiales y el desprecio por las convenciones sociales. Aunque esta filosofía fue marginal en su tiempo, ha dejado un impacto duradero en la reflexión sobre la autenticidad y la resistencia frente a las estructuras opresivas.

En la actualidad según Sloterdijk, hablar de cinismo significa intentar penetrar en el antiguo edificio de la crítica de la ideología a través de un nuevo acceso.

Va contra el uso lingüístico designar el cinismo como un fenómeno universal y difuso; en la idea general que del cinismo se tiene, éste no es difuso sino perfilado, no es universal sino solitario y altamente individual. Estos adjetivos inusuales expresan algo de sus nuevas formas de manifestación, formas que lo hacen demoledor y, al mismo tiempo, intangible.

Ambas son la matriz de un realismo perverso del que los hombres aprenden la mordaz sonrisa de una inmoralidad abierta

El Cinismo en el Ejercicio del Poder Gubernamental:

En el ámbito político, la relación entre el cinismo y el ejercicio del poder es compleja. Algunos líderes cínicos pueden aprovechar su escepticismo para cuestionar y desmantelar estructuras corruptas o ineficientes, presentándose como agentes de cambio. Sin embargo, la línea entre la crítica constructiva y la manipulación cínica puede difuminarse fácilmente.

Las personas con actitudes cínicas pueden ser hábiles en el arte de la persuasión, presentando sus motivaciones como altruistas, como técnicos o como super profesionales, mientras explotan las debilidades de otros. La falta de confianza en las instituciones puede llevar a un gobierno cínico a desafiar las normas democráticas, justificando acciones autoritarias en nombre de la supuesta superioridad moral. Moral que es difusa y no está manifestada taxativamente para el cínico. Cree que sabe a qué responde o que quiere, pero las características del cinismo: autoconservación, autoprotección y egoismo, modifican los valores morales de acuerdo al momento. Es posible en un momento hacer una defensa irrestricta de la baja de impuestos…y luego como si no hubiese archivos de sus declaraciones de días, meses o años atrás, salir a comunicar una modificación a la legislación para subir o establecer impuestos. Al cínico en el corto plazo se “le ven los hilos”. Porque a la vez según lo analizado según la psiquiatría, el cínico fue “desilusionado” o “traicionado” en su historia personal, seguramente temprana. Por lo que visto de esa manera, también a la vez pasa a ser una víctima de alguien en el pasado, y en la búsqueda de encajar quizás, vuelve a ser traicionado o desilucionado, pero quizás, ya no puede salir de la escena.

Desde lo más bajo, es decir, desde la inteligencia urbana y desclasada, y desde lo más alto, es decir, desde las cumbres de la conciencia política, llegan señales al pensamiento formal, señales que dan testimonio de una radical ironización de la ética y de las conveniencias sociales; algo así como si las leyes generales sólo existieran para los tontos, mientras que en los labios de los sapientes se esboza esa sonrisa fatalmente inteligente. Dicho de manera más exacta, son los poderosos los que sonríen, mientras que los plebeyos quínicos dejan oír una carcajada satírica. En el amplio espacio del saber cínico los extremos se tocan dice Sloterdijk, quien teoriza que el cinismo es parte de lo social en la actualidad. Reinterpretando lo leído, manifiesta que el individualismo ha ganado tanto terreno, que los cínicos pasamos a ser casi todos. La falta de empatía, de respeto por el otro, la mirada puesta en las necesidades de quien padece o la está pasando mal, son subvertidas por el egoismo y el “salvese quien pueda”. Es por esto ultimo que escuchamos en gran parte de la sociedad, independientemente del nivel socioeconomico, declaraciones corriendo los límites de la ética y la moral a extremos nunca antes escuchados, que van de arriba hacia abajo en las jerarquías de poder reconocidas en la Argentina: “el papa es el maligno en la tierra”, “la justicia social es una aberración”, “no fueron 30000”, “Occidente está en peligro por el socialismo” “Todo lo que maneja el estado no funciona”..

Lo novedoso es que según Sloterdijk, hoy día, el cínico aparece como un tipo de masas: un carácter social de tipo medio en la supraestructura elevada. Y es tipo de masas no sólo porque la avanzada civilización industrial haya producido el tipo del individualista amargado como fenómeno de masas, pierde su mordacidad individual y se ahorra el riesgo de la exposición pública. Hace ya largo tiempo que renunció a exponerse como un tipo original a la atención y a la burla de los demás. El hombre de la clara «mirada malvada» se ha sumergido en la masa; sólo el anonimato es el gran espacio de la discordancia cínica. Y el lugar donde se explaya y nada en la inconsistencia de consecuencias reales, es en twitter, ahora “X”. Un lugar donde se además de ir corriendo los limites se instalan “verdades” que nadie tiene tiempo de comprobar si son ciertas. Y en el afán de participar, se retuitea… y el cínico, que ahora es cualquiera, es parte del show.

Un gobierno cínico puede tener implicaciones significativas para la sociedad y la democracia. La desconfianza generalizada en las instituciones puede erosionar la cohesión social, fomentando la polarización y la desunión. La manipulación cínica puede socavar la confianza pública en la política, llevando a la apatía y la desesperanza entre los ciudadanos.

Además, un líder cínico puede utilizar su escepticismo como herramienta para consolidar el poder, desestimando las críticas legítimas y desacreditando a sus oponentes. Esta dinámica puede dar lugar a un gobierno autoritario, donde la verdad se convierte en un concepto relativo y la moralidad es subyugada a los intereses del gobernante.

Conclusión:

En conclusión, el cinismo, ya sea abordado desde la psiquiatría o la filosofía cínica, tiene profundas implicaciones cuando se manifiesta en el ejercicio del poder gubernamental. La intersección entre el cinismo y la política puede dar lugar a líderes que, bajo la apariencia de críticos y reformadores, manipulan y socavan las instituciones democráticas. La sociedad, en última instancia, enfrenta el desafío de discernir entre la auténtica resistencia a la corrupción y la maquinación cínica disfrazada de cambio. Cuando algo no funciona, en general se repara, no se incendia, tira o elimina. Si en tu casa hay goteras cuando llueve, no vas a comprar nafta para incendiarla. En este dilema radica la importancia de la vigilancia ciudadana y la promoción de valores fundamentales para salvaguardar la integridad de la democracia frente al cinismo en el ejercicio del poder.

Algunas preguntas:

¿Es posible darme las herramientas para evitar ser víctima de un cinico?

¿Tienen los ciudadanos instituciones que funcionen de contrapeso, resistencia o freno frente a gobernantes cínicos?

¿Cómo puedo contribuir como ciudadano a no aceptar las “verdades” del cínico?