La fantasía de imaginar el 1976 en el 2024.
Descripción de la publicación.
COACHING POLÍTICO


Esta fecha moviliza, inquieta. No es cualquier feriado. Es una fecha cercana…te lo pones a pensar y solo pasaron 48 años. Para un país, para la historia 48 años es un pestaneo.
Si tenés menos de 30, quizás la fecha te queda lejos, pero en verdad quizás no queres descubrir qué hubo en esos días. Es más fácil etiquetar y decir que unos zurdos de mierda querían meter el comunismo, que adentrarse en las entrañas de la historia. De animarse a hablar con los que estuvieron ahí, que muchos aún son contemporáneos, los podes ver en primera persona.
Algunas cosas no son fáciles de digerir. No es fácil digerir que tu papá es borracho, que tu mamá toma falopa, que alguno le mete los cuernos al otro, que fue un violento y te cagaba a palos de chico, o hasta que sufriste un abuso intrafamiliar y encima no te creyeron. Imaginate si es difícil digerir eso, lo que puede ser para un inconsciente colectivo digerir que el Estado, el que pone las leyes, el que establece los acuerdos para que sus ciudadanos vivan bien, de repente quiera y arme un plan para aniquilar a sus “hijos”. Y no solo eso, que arme un plan para matar a los que supuestamente son zurdos y además…a los que se juntan con ellos/ellas. A los que trabajan muy cerca, a los familiares y también…a los hijos de esos zurdos. “Para que no se reproduzcan” porque, ¿qué puede salir de un zurdo?. Obvio, otro zurdo. Imaginate lo desinformada o enloquecida que tiene que estar la ciudadanía de un país para hacer la vista gorda de cuando eso sucedía, o peor aún, lo loca o enloquecida/convencida que tiene que estar una sociedad para avalar (algunos) que eso era lo correcto.
Averiguar y darse cuenta de las atrocidades que hizo el terrorismo de Estado no es fácil de digerir. Saber de historias en primera persona, como la que escuché una vez que me contaron: que los militares entraban a las universidades y se llevaron a un profesor porque al revisar la lista de asistencia de los alumnos vieron que firmaba “JP”. ¿Y JP, qué podía ser sino “Juventud Peronista”?. Y lo “chuparon” (término que utilizaban los militares para decir que sacaban a un ciudadano de su normal vida y lo hacían desaparecer de la faz de la tierra sin que alguien supiese qué había pasado con esa persona. Desaparecian a la persona y luego su cuerpo sin vida), porque en su prepotencia y supina ignorancia no había otra explicación que ese profesor tenía la caradurez de firmar como de la juventud peronista. Pero no. Esa persona era un simple docente, que ejercía la función de “jefe de prácticos” de la materia que contenía varios otros docentes, como el titular, el co-titular, el pasante…
Hay muchas historias…también las hay de aquellos que cometieron delitos y los agarraron. Seguramente no eran todos inocentes, pero si murieron inocentes porque en un estado de derecho, quien juzga es la justicia y no los militares.
Ponerse a leer, a investigar te puede llevar a descubrir las peores atrocidades que un humano le puede hacer a otro por el simple hecho de….¿pensar distinto?, ¿ser un idealista revolucionario?, ¿escribir textos “de izquierda”?, ¿ser un guerrillero?, ¿ser un subversivo? ¿querer un país diametralmente opuesto al existente?.
¿Qué puede justificar que un ser humano viole, estrangule, torture, haga pasar hambre, secuestre, asesine, tire su cuerpo al mar (en algunos casos vivos), queme los cuerpos, los entierre en fosas comunes o baldíos sin dar comunicación a sus familiares?
¿Hay alguna razón que pueda justificar los delitos de lesa humanidad?
¿hay alguna hipotesis que justifique el terrorismo de estado?.
Yo creo, desde mi lugar de persona, ciudadano, argentino…que no. No hay manera de poder decir: “Y pero…del otro lado ponían bombas”. O…”del otro lado mataban también”.
NO.
No es justificable. El Estado no puede existir para aniquilar. Y menos para justificar que sus fuerzas armadas, creadas para defender la Nación, se vuelvan contra ella y parte de sus ciudadanos. Sus ciudadanos pueden estar ejerciendo acciones fuera de la ley y los acuerdos establecidos y es en esos casos que el Estado, a través de su resorte de equilibrio de poderes, a través del poder judicial, debe rectificar esas acciones y reprimirlas con el funcionamiento del andamiaje legal, respetando el estado de derecho.
Eso pasó en 1976 hasta 1983.
Una persona que no tenía celular, que no tenía computadora, ni tablet, se comunicaba con sus vecinos y personas allegadas a través de reuniones que se hacían en clubes de barrio, unidades básicas (locales que tiene el partido justicialista), en comités (locales que tiene el partido radical), en las universidades, en plazas…pero también se daban en las fábricas, a la salida de ellas porque en ese momento histórico había muchas pequeñas y medianas fábricas. Mayormente se concentraban en el primer y segundo cordón del conurbano bonaerense, y en Córdoba. Seguramente todas las provincias tenían su núcleo fabril, pero la mayor concentración se daba por allí.
Y se juntaban así, de a grupos en todos esos lugares. Y como no había más que teléfonos en algunas casas, esos de cable que estaban pegados a la pared y tenían un disco en el medio con los números para marcar. (Yo no estuve en esa época, pero cuando yo era adolescente, bastantes años después del inicio de la dictadura, el modo de comunicarse era el mismo. Tenías que desarrollar una memoria prodigiosa para atesorar los 5 o 7 números de las personas con las que más te comunicabas. Es así que todavía recuerdo el número de mi casa 4240-30**. Si me pongo a pensarlo, es posible que me acuerde el número de alguna novia, de mi tío…Esa era la forma de comunicarse). Y cuando se reunían, se anotaban los teléfonos en un papel. Para volver a contactarse. Trabajabas en un lugar y te enterabas que había una reunión del sindicato y capaz ibas a ver qué onda. Y se acercaba alguien y te preguntaba tres boludeces: nombre, apellido y teléfono. Pero no te preguntaban si eras subversivo, si estabas dispuesto a implantar el ejército rojo o si eras comunista confeso. Quién iba a saber que esos tres simples datos te iban a condenar luego a que te secuestren por la noche en un falcón verde. ¿Y para qué ibas a esas reuniones? Yo lo pregunté a algunas personas. Y me respondieron, por ejemplo: “porque si, porque estabas ahí y de repente tu compañero militaba en el partido y te invitaba. Sabías que te comías un garrón de una o dos horas pero después te ibas en auto”. Se quedaba para volver en auto…el transporte público era mucho más lento que ahora. O…”te quedabas para ver si iba a haber aumento de sueldo o no”. “te quedabas porque era parte de la militancia”.
Independientemente de porqué se quedaba cada uno, me es destacable señalar que en esa época por “casualidad”, por “ordenados” o no sé porque motivos, se hacían listas. Y en todos lados había listas. Los comités tenían listas, los sindicatos, las universidades, el peronismo, el ERP, la JP, los clubes de barrio, y todas las personas. Todas las personas tenían su lista. Le llamaban “agendita”. Dependiendo la persona era una agenda de la “A” a la “Z” perfectamente con sus nombres en cada renglón. U otros con papelitos, mezclados en la billetera con algunos teléfonos importantes. Algunos tenían la agendita y los papelitos. Pero todas las agrupaciones, todas las personas tenían LISTAS.
Cuando algunos aún preguntan porqué hablan de 30000. Una explicación que encontré es esta. Las listas. Cada persona tenía como mínimo 4 personas en su lista. Pero a su vez, esas otras personas tenían otras listas…Y de esa manera se armaba una red, como ahora es fácilmente visible a través de Facebook o mejor aún como ahora muestra LinkedIn. Tu contacto primario, tus secundarios…Cuáles son tus contactos, y cuáles son los contactos de tus contactos. Es loco, pero el sistema de LISTAS está mejorado.
En tu whatsapp tenés un montón de LISTAS. Pero además de eso tenés las conversaciones que tenés. ¿Alguna vez pensaste dónde va esa información?. ¿Si hay alguien que procese esa información?. ¿Alguna vez pensaste que todas tus conversaciones, o la mayoría de las que tenés en el día, van a una empresa privada que monopoliza las conversaciones de un país?. ¿que si alguna vez a algún loco se le ocurriese pedir esas listas…? No me animo a continuar la pregunta.
Hoy estamos en el año 2024. Imaginate que te “chupen” por estar en un grupo de whatsapp que se llama: “los pibes” o “las turras” o “familia” o más osado: “los del centro”, “los locos de sociales”, o “los del almafuerte” (cuantos clubes con ese nombre, no?). Quizás algún desprevenido vea un grupo que se llama “H. Perón” y entiende como lo que le pasó al profesor de trabajos prácticos, que son los “hijos de Perón”, y no del “hospital Perón” (cuantos hospitales hay en Argentina con ese nombre, no?).
Te imaginas que te vayan a buscar a tu casa por estar en ese grupo que te agregaron sin que vos dieras tu “ok”. Te imaginas que te pregunten con picana de por medio en tus genitales, “porqué estás en ese grupo”, “qué rol tenías”, “qué planeabas hacer”, “cuáles eran los próximos objetivos”, “a quién querían matar”…
Y tu respuesta las primeras 100 veces fuera: “no sé de qué me están hablando”...hasta que quizás por el dolor, por el cansancio o porque querés que termine ese dolor, te resignes a decirle lo que quieren escuchar…y así, por picana, por estar en grupo de whatsapp, de repente te conviertas en un rojo, zurdo, subversivo. Un culpable.
¿Qué locura, no?.
Pero “eso no puede pasar”, te decís y te conformás al leer esto desde tu celu.
Ya pasó. En 1976. Pero había otra tecnología.
Digerir lo que pasó puede ser difícil, pero saber la historia permite que no se repita.
Por eso hay que recordar y volver a decir con fuerza: “NUNCA MÁS”. Memoria, verdad y justicia.